martes, 22 de noviembre de 2011

"Tres de cada diez chicos y uno de cada dos adultos son obesos "

En la dieta hay un exceso de calorías de "mala calidad"
Calorías de baja calidad nutricional (que llaman "dispensables"), como azúcares agregados y grasas saturadas.

La Nación

Por Nora Bär

Una radiografía inquietantemente reveladora de cientos de alimentos que integran la dieta de los argentinos ayuda a explicar por qué tres de cada diez chicos y uno de cada dos adultos que viven en este país padecen sobrepeso u obesidad.

Según el estudio que hoy presentarán los licenciados Sergio Britos, Agustina Saraví y Nuria Chichizola en las Jornadas de la Asociación Argentina de Nutricionistas, ingerimos más del doble de lo recomendado de calorías de baja calidad nutricional (que llaman "dispensables"), como azúcares agregados y grasas saturadas.

Se considera que una dieta saludable no debería incluir más de entre 10 y 17%; es decir que de 2000 calorías diarias, alrededor de 340 podrían ser dispensables. Sin embargo, el detallado análisis de cinco estudios locales (entre ellos, la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, y otro realizado este año en más de 700 escolares bonaerenses) arroja una cifra que oscila entre el 35 y el 40%.

"El concepto de «calorías dispensables», introducido en las guías norteamericanas de nutrición en 2005, alude al exceso de calorías de un alimento comparado con un producto equivalente, de su mismo grupo, pero de alta densidad de nutrientes -explica Britos-. Sabemos que las gaseosas, los dulces y el azúcar tienen calorías no nutritivas, pero también las aportan alimentos muy característicos de nuestros patrones de consumo, como la factura y los cortes de carne con mucha grasa. Por ejemplo, los bizcochitos de grasa, cada 100 g tienen 50 calorías no nutritivas. Un vaso de gaseosa no light tiene 80, más del 20% de la recomendación. En un helado de crema de 100 g, que tiene 305 calorías, 160 son dispensables. Y en la porción habitual de 200 g de carne no magra, hay 100."

Para llegar a esta conclusión, los investigadores del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía y de la Escuela de Nutrición, ambos de la UBA, y de la Carrera de Nutrición de la Universidad de Belgrano debieron trazar el perfil nutricional de más de 400 alimentos.

"Una de las cosas que nos llamaron la atención es que estas calorías de baja calidad no provienen solamente de las gaseosas o los jugos azucarados, sino también de alimentos como la carne que nos gusta a los argentinos, el yogur saborizado y el queso con mucha grasa."

Al contrario de lo que frecuentemente se piensa, estas calorías dispensables deberían ocupar el mismo espacio en todas las edades. "Los más chicos (menores de dos o tres años) y las mujeres embarazadas o por embarazarse son los grupos más vulnerables por sus requerimientos nutricionales -explica Britos-. En esas edades es aún más crítica la concentración de nutrientes en relación con la calidad total de calorías de la dieta. Por ejemplo, para los chicos de más de dos años, toda la grasa de la leche es dispensable."

Según los investigadores, las encuestas analizadas muestran que los nutrientes que claramente deberían limitarse son las grasas saturadas, el sodio y los azúcares agregados. Por el contrario, los que aparecen como deficitarios son el calcio, el hierro y las vitaminas A y C.

"Este trabajo es el primero en la Argentina que cuantifica y caracteriza el aporte de calorías dispensables -dice Britos-. Las categorías de mayor aporte son los azúcares y dulces, y en segundo lugar se ubican bebidas y panificados. Luego vienen las carnes y los lácteos con alto contenido de grasa, y en último lugar, las pastas rellenas."

Aunque aclaran que no se trata de alarmar, sino de ofrecer un marco de referencia para tomar decisiones informadas, los investigadores destacan que, dado que en los últimos años se multiplicó la oferta de alimentos de diversos tipos, es importante diferenciar cuáles tienen nutrientes esenciales y cuáles, componentes que deberíamos limitar.

"La base de una dieta saludable no incluye calorías dispensables -concluye Britos-. Por eso quisimos hacer este aporte, inspirado en los conceptos que dieron origen a la iniciativa Nutrición 10, Hambre 0, en el marco del actual proceso de revisión de las guías alimentarias locales. Sería fundamental fijar como objetivo una disminución de este tipo de calorías a la mitad, haciendo foco en mensajes de moderación en el consumo de bebidas e infusiones azucaradas, en particular en niños. También habría que enfatizar el consumo de las variedades de alimentos de mejor calidad nutricional: leche y yogures no enteros, cortes de carnes magras, panificados con menos del 13% de grasas, preferencia por pastas en sus formas simples, y abundante cantidad de frutas y verduras de todo tipo y color. En cuanto a los aceites, sería bueno ir incorporando algo de los de oliva o canola, además del de girasol, típico de la mesa argentina."


Evaluarán si los alimentos saludables cumplen con lo que prometen

El Ministerio de Salud creo una comisión para determinar si sus publicidades se corresponden con lo que realmente ofrecen.

(Télam).- Una comisión del Ministerio de Salud integrada por profesionales de esa cartera, del Conicet, expertos en nutrición y académicos de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), evaluará si un alimento tiene las propiedades saludables que publicita, para luego autorizar o no la continuidad de esos anuncios.

La Comisión Evaluadora para la Declaración de Propiedades Saludables de Alimentos fue puesta en vigencia hoy mediante la disposicón 7730 del Boletín Oficial y se encargará de emitir informes sobre los alimentos anunciados como saludables, informó la cartera de Salud en un comunicado.

Integrarán la Comisión profesionales pertenecientes al Instituto Nacional de Alimentos, expertos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), de la Sociedad Argentina de Nutrición y del Departamento de Físico-matemática de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Nacional de Buenos Aires, entre otros organismos e instituciones.

"Muchas empresas hacen publicidades declarando que sus productos poseen propiedades que hacen bien a la salud de la gente. Ahora, este comité va a definir si realmente ese producto tiene las propiedades aludidas, y si es así las podrá anunciar; y en caso de que no las tenga, no las podrá usar", detalló Roberto Lede, director de Relaciones Institucionales de la Anmat.

El resultado del análisis técnico que realice la ha comisión "podrá ser usado por el Programa de Monitoreo y Fiscalización de Publicidad y Promoción de Productos Sujetos a Vigilancia Sanitaria" de la Anmat, agregó el funcionario.

En la disposición del Boletín Oficial se destaca que las declaraciones de propiedades saludables "ofrecen información que, si se aplica apropiadamente, podría ayudar al consumidor a seleccionar alimentos asociados a una adecuada nutrición y salud, lo que contribuye al logro de los objetivos de promoción de la salud".

Además destaca que "brindar información verídica al consumidor, asistir a los consumidores en realizar elecciones saludables, y/o alentar a los elaboradores a desarrollar productos saludables, son los objetivos que llevaron a establecer las regulaciones de las declaraciones de salud".

Por último, en el artículo 8 se establece que la norma entrará en vigencia a los treinta días hábiles de su publicación en el Boletín Oficial; y que a las empresas se les otorgará un plazo de ciento ochenta días hábiles para su adecuación.

jueves, 17 de noviembre de 2011

"Descubren droga que es efectiva contra la obesidad"

Reuters

Por Julie Steenhuysen

CHICAGO (Reuters) - Un medicamento experimental que bloquea el suministro sanguíneo a las células grasas ayudó a monos obesos a adelgazar, una señal de que podría funcionar en los seres humanos, indicaron investigadores estadounidenses.

El fármaco, conocido como Adipotide, toma un enfoque diferente al de otras medicinas para bajar de peso, que generalmente intentan controlar el apetito, alterar la absorción de grasa o aumentar el metabolismo con el fin de ayudar a las personas a adelgazar.

"El desarrollo de este compuesto para uso humano brindaría una forma no quirúrgica de reducir verdaderamente la grasa blanca acumulada", dijo Renata Pasqualini, del Centro del Cáncer MD Anderson, de la University of Texas, cuyo estudio fue publicado en la revista Science Translational Medicine.

El medicamento funciona buscando y adhiriéndose a proteínas en la superficie de los vasos sanguíneos que alimentan a las grasas blancas, el tipo que se acumula debajo de la piel.

Una vez que se le une, el fármaco emite una molécula sintética que dispara un proceso natural de muerte celular que elimina las células grasas.

Pruebas iniciales del medicamento en ratones obesos mostraron que los ayudaba a perder el 30 por ciento de su peso corporal.

El último estudio incluyó a 15 monos que se habían vuelto obesos casi de la misma forma que lo hacen los humanos, por comer de más y hacer muy poca actividad física.

Diez monos fueron tratados y cinco conformaron el grupo de control. Al final del estudio, los monos que habían recibido tratamiento perdieron en promedio un 38,7 por ciento de su grasa corporal total, comparado con un 14,8 por ciento de los otros animales.

Los monos bajo tratamiento también perdieron un 27 por ciento de su grasa abdominal.

Los efectos colaterales fueron una mayor eliminación de orina y deshidratación leve, ambos síntomas de insuficiencia renal leve. Pero fueron cuestiones reversibles y que variaban según la dosis.

Los investigadores ahora planean probar el fármaco en pacientes obesos que están siendo tratados por cáncer de próstata.

"La obesidad es un factor de riesgo importante para desarrollar cáncer, aproximadamente equivalente al consumo de tabaco, y ambos son potencialmente reversibles", señaló en un comunicado el doctor Wadih Arap, también del Centro MD Anderson, que participó del estudio.

"Los pacientes oncológicos obesos tienen peores resultados en las cirugías (y tratamientos) con radiación o quimioterapia", agregó.

Los pacientes que participarán de la investigación recibirán inyecciones diarias del medicamento durante 28 días consecutivos.

"La pregunta es si su cáncer prostático mejorará si podemos reducir su peso corporal y los riesgos de salud asociados", dijo Arap.

Los laboratorios han tenido dificultades para obtener aprobación en Estados Unidos para comercializar medicamentos nuevos contra la obesidad. Vivus Inc, Arena Pharmaceuticals Inc y Orexigen Therapeutics Inc han sufrido reveses este año debido a preocupaciones referidas a temas de seguridad.

Más de un tercio de los estadounidenses tienen sobrepeso y más de un cuarto son obesos, lo que eleva sus probabilidades de desarrollar problemas de salud como diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca, hipertensión, hígado graso y algunos cánceres.



jueves, 10 de noviembre de 2011

"La Sal es buena o mala"


10 NOV 11 | No tendría un impacto positivo generalizado
Revisión cuestiona beneficios de reducir ingesta sal
Los funcionarios deberían revaluar las políticas que aconsejan a todos un menor consumo de sal.

Reuters

Por Kate Kelland

LONDRES (Reuters) - Reducir el consumo de sal en las dietas de la población general no tendría un impacto positivo generalizado sobre la salud, según indica una revisión de más de 160 estudios científicos publicada el miércoles.

En un análisis que reactiva el debate sobre los efectos de la sal sobre la salud, expertos que escribieron en American Journal of Hypertension y la revista de Cochrane Library dijeron que la revisión sistemática sumó pruebas a la creciente evidencia que sugiere que los funcionarios deberían revaluar las políticas que aconsejan a todos un menor consumo de sal.

La revisión -que analizó los resultados de 167 estudios previos- reveló que mientras que disminuir la ingesta de sal reduce la presión sanguínea en las personas con presión normal o alta, también genera aumentos en algunas hormonas y otros compuestos que pueden afectar negativamente la salud cardíaca.

"Realmente no puedo ver, si se observa la evidencia total, que haya alguna razón para creer que hay un beneficio neto de disminuir la ingesta de sal en la población general", dijo a Reuters Niels Graudal, del Hospital Universitario de Copenhague, en Dinamarca, quien dirigió la revisión.

Se sabe que reducir el consumo de sal disminuye la presión sanguínea, pero la investigación aún debe demostrar si eso se traduce en una mejor salud cardíaca general en toda la población.

Pese a ello, muchos países cuentan con guías gubernamentales que piden a las personas reducir su ingesta de sal o sodio por el bien de su salud a largo plazo.

La presión arterial elevada, o hipertensión, es una de las principales causas de accidente cerebrovascular (ACV), ataque cardíaco y otras enfermedades cardiovasculares, que en conjunto son los mayores factores de muerte en todo el mundo, ya que producen más de 17 millones de muertes cada año.

"La pregunta no es sobre si 'deberíamos' reducir la ingesta de sal, sino sobre 'cómo'", dijo Graham MacGregor, profesor de medicina cardiovascular y presidente del grupo Acción Mundial sobre la Sal, quien dijo que está fuertemente en desacuerdo con los hallazgos de Gradual.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ubica a la reducción del consumo de sal entre la lista de las 10 mejores medidas para disminuir las tasas de enfermedad crónica.

Francesco Cappuccio, jefe del Centro para la Nutrición de la Universidad de Warwick, colaborador de la OMS, coincide con MacGregor.

Según Cappuccio, el estudio difundido el miércoles "no debería distraer nuestra atención de la implementación de políticas de reducción del (consumo de) sal a nivel poblacional en todo el mundo, como indican los gobiernos nacionales, la Organización Mundial de la Salud y Naciones Unidas".


¿BENEFICIO NETO?

Pero una serie de estudios que observaron el consumo de sal recientemente sugirieron que la evidencia de base para las políticas poblacionales de reducción de la ingesta de sal no sería tan fuerte como se pensaba inicialmente.

Una revisión anterior de Cochrane Library realizada por investigadores británicos y publicada en julio no halló evidencia de que disminuciones pequeñas en el consumo de sal reduzcan el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca o de morir prematuramente.

Y otra investigación de científicos belgas publicada en mayo indicó que las personas que ingerían mucha sal no eran más propensas a desarrollar hipertensión, y eran además estadísticamente menos proclives a morir por enfermedad cardíaca, que aquellas con bajo consumo de sal.

Graudal dijo que sus resultados muestran que cuando la ingesta de sal es reducida, hay aumentos en ciertas hormonas y grasas conocidas como lípidos "que podrían ser dañinos si persisten en el tiempo".

El experto añadió que dado que ninguno de los estudios en la revisión pudo medir los efectos sobre la salud a largo plazo, su equipo no pudo concluir "si las dietas bajas en sal mejoran o empeoran los resultados sanitarios".

Graudal manifestó que el creciente número de estudios que cuestionan el beneficio neto del menor consumo de sal deberían llevar a los funcionarios de salud pública a revisar sus guías.

MacGregor rebatió la conclusión de Graudal sobre la falta de beneficio neto de la reducción del consumo de sal y dijo que la revisión "claramente muestra una vez más que disminuir la ingesta de sal reduce la presión sanguínea".

Este estudio, contrariamente a lo que señalan sus autores, respalda la enorme evidencia de que reducir el consumo de sal será inmensamente beneficioso para prevenir ACV, ataques cardíacos e insuficiencia cardíaca", indicó en un comunicado enviado a Reuters.


viernes, 4 de noviembre de 2011

"Ser feliz alarga la vida"


 ¿Asociación o causalidad?
¿Podría una vida más feliz ser una vida más larga?
Un estudio muestra una asociación, pero la causalidad no está clara.

Medlineplus
Un estudio británico reciente halla que los adultos mayores que reportan sentirse felices y contentos viven más que los demás.
Pero la investigación no prueba que la felicidad lleve a una vida más larga, y los autores del estudio también hallaron que los niveles altos de emociones negativas, como la ansiedad, no robaban años a las vidas de las personas.
Pero "el estudio apunta a una relación fascinante entre qué tan feliz nos sentimos de un momento a otro y la supervivencia", apuntó el autor del estudio Andrew Steptoe, director de la División de Salud de la Población del Colegio Universitario de Londres.

"Ahora, el desafío es establecer cuáles son los procesos subyacentes, y si podemos aprovecharlos para mejorar la salud de la gente", planteó Steptoe.

Los investigadores creen que la felicidad tiene una conexión con la salud, pero el desafío es averiguar cuáles mecanismos particulares tienen algo que ver. "¿Hace la enfermedad que uno se sienta menos feliz, o protege la felicidad de la enfermedad? Esta investigación se trata de esa segunda posibilidad", dijo Steptoe.

El estudio aparece en la edición en línea del 31 de octubre de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Los autores del estudio pidieron a unas 3,850 personas de 52 a 79 años de edad que describieran cómo se sentían (felices, emocionadas, contentas, preocupadas, ansiosas o temerosas) cuatro veces en un periodo de 24 horas. Los voluntarios participaban en un estudio sobre el envejecimiento. La meta de los investigadores era monitorizar lo que se conoce como el "afecto positivo" y el "afecto negativo". Afecto positivo es un término general que se refiere a estados como la felicidad, la paz y la emoción. El afecto negativo es lo contrario, por ejemplo, la ansiedad.

Luego, los investigadores controlaron a los participantes para ver cuántos morían en los próximos cinco años. Más del siete por ciento de los que estaban en el tercio más bajo, o sea los que reportaban la menor cantidad de felicidad, fallecieron. En comparación, apenas 3.6 por ciento de los del tercio superior de felicidad autorreportada murieron.
Incluso después de que los investigadores ajustaron las cifras para que no se vieran afectadas por factores como los ingresos, el sexo, la depresión y la salud, los que dijeron que eran los más felices tenían 35 por ciento menos probabilidades de morir que los que se describieron como los menos felices.
Los ajustes por influencias como la enfermedad y las finanzas significan que el hallazgo del estudio "no se debió a que las personas con un afecto positivo alto fueran más jóvenes, más ricas, tuvieran más educación o una mejor salud en la línea base", explicó Steptoe.
Los investigadores cuestionaron el motivo de que un afecto negativo se relacione con una menor esperanza de vida.

"Un motivo parece ser que sentirse deprimido se relacionaba con tener una enfermedad preexistente", apuntó Steptoe. "Así que cuando tomamos en cuenta la enfermedad en la línea base, las relaciones entre depresión y supervivencia ya no eran significativas".

Los autores del estudio reconocieron que éste tenía varias limitaciones. Por un lado, observó las muertes en general, pero no las causas específicas, como el cáncer. Además, los investigadores solo evaluaron el bienestar en un periodo de 24 horas, y no evaluaron los factores de riesgo individuales, como la obesidad.

Pero aunque el estudio no prueba que la felicidad lleve a una vida más larga, una experta piensa que la moraleja está bastante clara. "La sugerencia abrumadora es que debemos trabajar mucho para potenciar las emociones positivas en nuestras vidas diarias", aseguró Sonja Lyubomirsky, profesora de psicología de la Universidad de California en Riverside, y autora del libro "La ciencia de la felicidad".

FUENTES: Andrew Steptoe, M.A., DPhil., DSc, director, Division of Population Health, and British Heart Foundation Professor of Psychology, Department of Epidemiology and Public Health, University College London, England; Sonja Lyubomirsky, Ph.D., professor, psychology, University of California, Riverside; Oct. 31, 2011, Proceedings of the National Academy of Sciences.


jueves, 3 de noviembre de 2011

"El ejercicio podría vencer a los genes de la obesidad"

| Gen "asociado con la masa grasa y la obesidad"
El ejercicio podría ayudar a superar el 'gen de la obesidad'
Investigadores hallan que el riesgo genético es más bajo entre los que se mantienen físicamente activos.

Medlineplus

Las personas genéticamente predispuestas a la obesidad pueden reducir las probabilidades de acumular peso si se mantienen físicamente activas, sugiere un estudio reciente.

Un gran grupo internacional de investigadores halló que el gen conocido como gen "asociado con la masa grasa y la obesidad" (FTO, por su sigla en inglés), que se sabe aumenta el riesgo de obesidad, tiene un efecto 27 por ciento menos potente sobre los adultos físicamente activos, en comparación con los sedentarios. La conclusión proviene de un metaanálisis de 45 estudios previos que analizaban datos de más de 218,000 participantes.

"Creo que es importante resaltar que no hay que correr la maratón ni apuntarse en el gimnasio. Tan solo sacar al perro, ir al trabajo en bicicleta, subir por las escaleras... alrededor de una hora [de actividad] al día, cinco veces por semana, logrará el efecto que observamos en el estudio", aseguró la autora del estudio Ruth Loos, líder de grupo del Programa de Etiología Genética de la Obesidad del Hospital de Addenbrooke en Cambridge, Inglaterra. "Esperamos que estudios como el nuestro convenzan a las personas de que incluso cuando son genéticamente susceptibles, un estilo de vida saludable ayuda a prevenir el aumento de peso".

El estudio aparece en la edición en línea del 1 de noviembre de la revista PLoS Medicine.

Dos tercios de los estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, así como casi una quinta parte de los niños de hasta 19 años de edad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Se sabe que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardiaca, diabetes, accidente cerebrovascular y ciertas formas de cáncer.

Loos señaló que investigaciones anteriores de su equipo sobre 20,000 adultos también habían mostrado que la actividad física reducía el efecto del gen FTO sobre el riesgo de la obesidad, pero que estudios posteriores no siempre habían llevado a resultados coherentes.

"Lo que nos sorprendió fue que el efecto [del ejercicio] era más pronunciado en los norteamericanos que en los europeos", comentó. "Especulamos que podría deberse al hecho de que los europeos son 'generalmente' menos obesos y más físicamente activos que los norteamericanos, y que hay un rango más amplio de IMC [índice de masa corporal] y actividad física entre los norteamericanos, de forma que el efecto puede ser mayor".

Algunas de las personas predispuestas al sobrepeso podrían sentir que hay poco motivo para resistirse a la fuerza de la naturaleza, señaló Loos. Añadió que, de hecho, un estudio reciente sobre los efectos de las pruebas genéticas mostró que cuando a las personas se les informaba que tenían una susceptibilidad genética mayor que la promedio a la obesidad, éstas aumentaban su ingesta dietética de grasa en los tres meses posteriores, lo que sugiere que la información genética podría haberles provocado una sensación de falta de control.

Pero ese fatalismo no está justificado, señaló, aunque se necesita más investigación para comprender el impacto de los genes y el ambiente sobre el peso.

El Dr. Robert Berkowitz, director médico principal del Programa del Peso y los Trastornos Alimentarios de la Universidad de Pensilvania, señaló que la epidemia estadounidense de obesidad de las últimas tres décadas no ha resultado de cambios en los genes, sino de cambios en los hábitos.

"Es bueno ver que la actividad física realmente puede ayudar a pesar de que las personas tengan un gen [de la obesidad]", añadió Berkowitz. "Realmente se trata de una interacción entre genes y ambiente. La mayoría tenemos trabajos sedentarios, así que no somos tan activos como hace treinta o cuarenta años. Creo que todo esto dificulta que una persona se enfrente a un problema de peso".

FUENTES: Ruth Loos, Ph.D., group leader, Genetic Aetiology of Obesity Programme, Addenbrooke's Hospital, Cambridge, England; Robert Berkowitz, M.D., senior medical director, Weight and Eating Disorders Program, and associate professor, psychiatry and pediatrics, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania; Nov. 1, 2011, PLoS Medicine