09 JUN 10 | El precio de la competencia reproductiva.
Los hombres mueren por el sexo
La competencia por apareamiento explica el exceso de mortalidad masculina.
Universidad de Michigan
ANN ARBOR, Michigan
Los hombres mueren en mayor proporción que las mujeres durante toda la vida. Un nuevo estudio de la Universidad de Michigan demuestra que este exceso de mortalidad es el precio de la competencia reproductiva.
Los investigadores sabían por mucho tiempo que las mujeres, en promedio sobreviven a los hombres, y recientemente descubrieron que los hombres tienen mayor riesgo de mortalidad a través de toda la vida. Daniel Kruger, investigador de la Universidad de Michigan, finalmente explica la razón: Todo es por el sexo. Las mujeres invierten más fisiológicamente en la reproducción, mientras que los hombres compiten con otros para conseguir el apareamiento y tratan de ser atractivos para las mujeres.
Esta competencia lleva a estrategias que son más arriesgadas para los hombres, tanto psíquicamente como fisiológicamente, que termina en índices más elevados de mortalidad.
“Si la competencia de apareamiento es responsable por el exceso de mortalidad masculina, entonces, entre mayor competencia de apareamiento, habrá mayor exceso de mortalidad masculina” , dijo Kruger, profesor asistente de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan. En el estudio actual, Kruger muestra que dos factores que están relacionados con el nivel de competencia reproductiva masculina contribuyen a mayores índices de riesgo y mortalidad.
El primer factor es poligimia
La situación social en la cual un hombre mantiene relaciones sexuales con numerosas mujeres (lo opuesto es poliandria —una mujer y numerosos hombres ). Varias especies de primates muestran altos niveles de poligamia cuando un macho dominante se aparea con las hembras en el grupo, y otros machos son marginados. Las culturas humanas tienen varios grados de poligimia y Kruger encontró que entre más generalizada esta la práctica, mayor índice de mortalidad.
En una cultura poligimia los hombres reciben numerosos beneficios al ser el hombre dominante. Esos hombres, literalmente, consiguen a la mayor parte las mujeres. Los hombres no dominantes son dejados con pocas o ninguna mujer para elegir . En un grupo poligimio los hombres ganadores consiguen enormes gratificaciones. El resto no gana casi nada.
El segundo factor: el nivel de desigualdad económica.
En la selección de pareja los hombres son valorados por los recursos que pueden proveer que arrojen beneficios a los descendientes. A mayor diferencia entre ricos y pobres hay más probabilidades de que los hombres mueran jóvenes. En sociedades menos igualitarias, un hombre con el “control de los recursos” , nombre otorgado por los científicos —dinero, propiedad y seguridad económica —tienen más posibilidades de encontrar una pareja sexual.
En ambos casos, hay una enorme brecha entre subir a la cima del monte - ya sea como el macho dominante o el más rico - y no poder hacerlo. Perder la posición en sociedades polígimias con diferencias económicas extremas es perder casi toda posibilidad de encontrar una pareja sexual.
Es más, dice Kruger, estos dos factores están relacionados, porque conseguir parte la riqueza económica del león es con frecuencia casi lo mismo que convertirse en macho dominante.
Y así la batalla por ser "rey de la colina" se hace mortal. Cuando los ganadores se llevan todo, los hombres tienen muy poco que perder y mucho que ganar, arriesgandolo todo para llegar a la cima.
Kruger es un experto en el campo de la psicología evolutiva, el estudio de cómo pensamiento humano y el comportamiento de la actualidad han sido modelados por las adaptaciones evolutivas. Resulta que algunos primates muestran tal comportamiento del ganador que se lleva todo y hay una poderosa causa evolutiva. Al dominar la mayor parte o la totalidad de los encuentros sexuales del grupo, los hombres que están más arriba en la escala social y económica tienen más probabilidades de transmitir sus genes a la siguiente generación.
El caso opuesto, Kruger encontró, que también sigue siendo verdad: entre más igualitaria una sociedad, y más dedicada a la monogamia, se adoptan menos riesgos extremos. Pero no existe una cultura humana que este libre de esta competencia, concluyó Kruger.
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