Con cuatro medidas se evitaría hasta un 20% de los infartos
Reducir un gramo de sal por cada 100 gramos de pan salvaría 60.000 vidas en 10 años.
La Nación
Fabiola Czubaj
Prevenir es mejor que curar. Consumir apenas un gramo menos de sal por cada cien de pan (algo así como cuatro rebanadas) evitaría en una década alrededor de 60.000 muertes cardiovasculares. Además, de paso, se podrían ahorrar casi 1,5 millones de pesos.
Si se le suman a ésta otras tres medidas sencillas y económicas, se podría reducir hasta el 20% la mortalidad y la discapacidad que producen los infartos cardíacos y cerebrales en el país.
Son el uso de una terapia combinada, como una "polipíldora", en los mayores de 35 años con alto riesgo cardiovascular: controlar la hipertensión y el colesterol alto en las personas sin tratamiento, y promover la cesación tabáquica a través de una campaña mediática.
Todo esto es lo que revela el primer análisis local sobre el impacto sanitario de las seis principales intervenciones recomendadas para cuidar el corazón y las arterias.
"Poner en práctica estas medidas nos costaría alrededor de 300 millones de pesos para disminuir entre el 10 y el 20% la mortalidad por infartos o accidentes cerebrovasculares (ACV). Hoy, el costo de tratar las complicaciones asociadas supera alrededor de 1500 millones de pesos", precisó ayer a La Nacion el doctor Adolfo Rubinstein, presidente del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) y autor principal del estudio que acaba de publicar la revista BMC Public Health .
El objetivo de este relevamiento sobre la carga de la enfermedad cardiovascular atribuida a factores de riesgo modificables, como la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad o el sedentarismo, entre otros, es "comunicar con evidencias científicas y económicas" cuál es el impacto social, sanitario y financiero de estas estrategias en nuestra población, así como conocer dónde las autoridades deberían invertir más dinero en salud pública.
"Los resultados demuestran acabadamente que prevenir es más barato que curar", señaló Rubinstein, que también dirige la maestría en Efectividad Clínica de la Facultad de Medicina de la UBA y el Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para el Cono Sur (Cescas), que funciona en el IECS, con apoyo del Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre de los Estados Unidos.
Una epidemia
En nuestro país, los problemas cardiovasculares son una epidemia.
Una de cada tres muertes es por una enfermedad del corazón o las arterias. El infarto y el ACV lideran esa lista de afecciones, que causan el 34% de las 304.525 muertes anuales en el país, según cifras del Ministerio de Salud para 2009. También provocan casi el 13% de las discapacidades a partir de los 35 años.
La presión alta, por encima de 140/90 mmHg, es uno de los principales factores de riesgo: causa más de un tercio de los infartos cardíacos y cerebrales en hombres y mujeres. Una verdadera epidemia.
Sin embargo, uno de cada dos hipertensos ignora que lo es o lo sabe, pero no recibe tratamiento alguno. Algo similar ocurre con el colesterol alto (más de 240 mg/dl).
De hecho, la politerapia que adaptó y evaluó el equipo del IECS para las personas con más de un 20% de riesgo de tener un infarto o un ACV en los próximos 10 años incluye cuatro fármacos económicos para normalizar el colesterol en sangre y la presión. Son un diurético (25 mg de hidroclorotiazida), un antihipertensivo (10 mg de enalapril), una aspirina (100 mg) y una estatina (10 mg de atorvastatina).
"Estimamos que el costo total de darle gratuitamente la politerapia a todo el que la necesite alcanzaría los 35 millones de pesos por año. Y eso, en el escenario más conservador, es decir que muchos no la tomen, reduciría por lo menos el 2-3% de la carga de la enfermedad cardiovascular. Pero, según nuestro modelo analítico, podríamos disminuirla un 17% si la intervención llega al 50% de la población que la necesita, la usa correctamente la mitad y el 75% de los médicos", señaló el autor.
Por otro lado, por cada gramo menos de sal en el pan se reduce 1,33 milímetros de mercurio la presión sistólica (el valor máximo de lectura). "Una diferencia que no se detectaría siquiera con el esfigmomanómetro -afirmó Rubinstein-. Pero nos ayudaría a salvar 60.000 vidas."
Para el estudio, realizado con una beca de investigación Carrillo-Oñativia, del Ministerio de Salud, el equipo utilizó los resultados de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y el estudio Carmela, y elaboró un modelo analítico. Los datos se complementarán con los resultados del estudio Cescas I y un seguimiento en curso a 5 años de 8000 personas de cuatro ciudades de América latina (dos argentinas).
LAS CIFRAS
3,4 g
Es la sal que aporta el pan
En promedio, los argentinos consumimos 12 g diarios de sal; un poco más de la tercera parte proviene del pan. La OMS recomienda no sobrepasar los 5 g diarios.
8%
Reducción de infartos
Los tratamientos para reducir el colesterol a menos de 240 mg/dl y la hipertensión a menos de 140/90 mmHg en los mayores de 35 años permitirían disminuir un 8%, respectivamente, las enfermedades cardiovasculares y sus complicaciones, como la discapacidad y la mortalidad.
"EL MEJOR SITIO EN SALUD ANTI-AGE NUTRICION,GASTRONOMIA DIETAS ESPECIALES PARA DIABETICOS CELIACOS HIPERTENSOS Y LLEVAR UNA VIDA PLENA"
lunes, 21 de febrero de 2011
jueves, 17 de febrero de 2011
adicción a internet
7 FEB 11 | ¿Es realmente patológico?
Adicción a Internet: ¿Una epidemia del siglo XXI?
La adicción a Internet, no reconocida oficialmente como un problema psicopatológico, tiene cada vez más prevalencia y públicamente es considerada un problema potencial similar a los trastornos ya existentes.
Dr. Dimitri A Christakis
BMC Medicine 2010 8:61.
Introducción
Lee Seung Seop logró sus 15 minutos de fama de una manera muy trágica. El reparador de calderas de 28 años sufrió un paro cardíaco a raíz de un exceso de juego por Internet que duró 50 horas, durante las que no comió ni durmió. A su muerte, se solicitó una investigación sobre el problema de la adicción a Internet en Corea, donde las estimaciones actuales icen que el 4% de los niños sufre de la enfermedad. Las estimaciones internacionales en los niños varían ampliamente, con una prevalencia en Europa de 1 al 9%; Oriente Medio, del 1 al 12% y, Asia, de 2 a 18%. Sin embargo, estas estimaciones deben ser interpretadas con cierta cautela, ya que el uso de escalas diferentes de cuestionable validez e informes contradictorios hace que las generalizaciones se tornen verdaderamente difíciles.
Por otra parte, el campo se ha visto obstaculizado por las debilidades metodológicas de las investigaciones existentes, entre las que se destaca el sesgo de muestreo. Muchos de los primeros estudios se basaron en encuestas voluntarias de Internet, sin denominadores medibles o muestras convenientes de usuarios de Internet o salas de Chat; pero incluso, más allá de las cuestiones de muestreo, se halla el espinoso debate sobre si realmente existe la adicción a Internet, en forma absoluta como una entidad. No es un trastorno formalmente reconocido en la actualidad aunque está siendo considerado para el próximo DSM-V. Independientemente de si la adicción a Internet se codifica dentro de un marco psicopatológico, es justo decir que al menos existe un problema potencial.
En ausencia de criterios de diagnóstico formales, la mayoría de los investigadores actuales sobre el uso problemático de Internet se guían por el modelo de conducta compulsiva no farmacológica de los juegos de azar y extrapolan la experiencia a la conducta frente a Internet.
Los componentes clave de la adicción son:
La preocupación por la sustancia o la conducta.
La repetición de los intentos fallidos para reducirla.
Los trastornos del estado de ánimo asociados a los intentos de reducción.
Un mayor uso de Internet que lo previsto o deseado, poniendo en peligro el empleo, las relaciones o la educación o, mintiendo sobre su uso.
Todos estos criterios, al menos teóricamente, pueden ser vistos con el uso de Internet. En efecto, en la mayoría de los círculos académicos, dada la base teórica sólida para considerar que podría haber un problema con el uso patológico de Internet, el debate no es tanto si existe la adicción sino cuán frecuente es. Sin embargo, cabe señalar que existen formas importantes en las que es insuficiente comparar la adicción a Internet con la adicción al juego. Todos los comportamientos o sustancias en las que se ha demostrado que llevan a la adicción, como el alcohol, los juegos de azar, el tabaco o las drogas, tienen limitaciones estructurales en su uso, ya sea por la ley o por la etiqueta social. Es seguro que el consumo de alcohol en la oficina o en la escuela es visto como un problema; por el contrario, es probable que la mensajería instantánea o la navegación por la web no sea tomada de esa manera.
Las influencias culturales obligan y facilitan pasar tiempo "en línea" lo que significa que ser abstemio no es una opción. Dado que se acepta que existe una predisposición genética para las adicciones del comportamiento, se podría asegurar que vamos en vía de que toda la población susceptible desarrolle la adicción.
La investigación existente sobre la adicción a Internet también ha reparado en subpoblaciones específicas que se encuentran en mayor riesgo, incluyendo aquellos con otras comorbilides psicológicas, como el trastorno por déficit de atención (TDAH), la depresión y el aislamiento social. Estos factores de riesgo dan mayor credibilidad a la validez de la enfermedad, ya que también se han asociado a otros comportamiento adictivos, como el abuso de sustancias.
Dado que esta generación de jóvenes está liderando la transición a una sociedad totalmente cableada, merece contar con garantías adecuadas y protección contra los riesgos concomitantes de la revolución tecnológica. Esto es lo que se necesita, y pronto.
En primer lugar, se debe desarrollar una definición de adicción a Internet validada y aplicable tanto a los niños como a los adolescentes por igual. Las medidas existentes diseñadas para los adultos no han sido bien validadas para los adolescentes y muchos de los campos de acción (por ej., interfiriendo con las tareas del hogar o el trabajo escolar) son poco aplicables a estas poblaciones.
En segundo lugar, se necesita comprender mejor los tipos de uso que plantean un riesgo mayor de adicción, desde un punto de vista científico. Por ejemplo, como en el caso de la televisión, lo más probable es que no sea la cantidad de tiempo que se gasta en línea sino cómo se gasta e influyen sus efectos. Los juegos de realidad virtual, en particular, en los que los participantes asumen otras identidades o colaboran con miembros del equipo de todo el mundo, pueden presentar el mayor riesgo de adicción, ya que la presencia frecuente y continua en línea es vital y esperada, por otra parte, la desconexión pueda ser penalizada. El margen de beneficio de estos nuevos juegos, los cuales requieren suscripción, se basa enteramente en mantener a la gente jugando, y por lo tanto pagando. Es así que los proveedores de estos productos ofrecen un incentivo perverso para desarrollar juegos adictivos.
En tercer lugar, es necesario desarrollar estrategias eficaces de prevención primaria, probadas e implementadas. Es importante aplicar métodos de limitación de tiempo de pantalla de todo tipo, pero cada vez es más difícil acceder a ellos en forma generalizada. Los proveedores, padres y profesores necesitan enfoques eficaces demostrados que permitan un uso necesario y saludable de Internet.
En cuarto lugar, también es importante tener un enfoque objetivo de prevención e identificar a los niños más grandes en riesgo de adicción. Los niños con alguna morbilidad psicosocial preexistente pueden estar en mayor riesgo y en ellos, el uso de Internet debería ser controlado más estrechamente y regulado por cuidadores y protectores.
Conclusión
En opinión del autor, la mayor preocupación en el campo de la investigación es la complacencia general hacia la adicción a Internet. En algunos casos, esta complacencia nace de la ignorancia. Demasiados padres simplemente no son conscientes de lo que sus hijos están haciendo en línea y los riesgos a los que podrían estar expuestos.
En el siglo XX, los comentaristas hablaban de una brecha digital. En aquellos días estaba enfocada a la línea económica. Esa brecha se ha reducido o incluso desaparecido, pero la brecha digital del siglo XXI separa a los padres de los niños.
En otros casos, la complacencia nace del escepticismo. De la misma manera que los defensores del tabaco entorpecían las primeras investigaciones vinculadas a la relación del cáncer con el tabaquismo, estos escépticos son rápidos para señalar las limitaciones de las investigaciones actuales, como una forma de cuestionar todo el campo relacionado.
No hay duda de que la investigación de la adicción a Internet está en su infancia y que en el mejor de los casos, la calidad general de los datos existentes es moderada, “pero no nos debe distraer o impedir considerar el tema como un problema emergente serio.”
♦ Traducción: Dra. Marta Papponetti. Esp. Medicina Interna.
Adicción a Internet: ¿Una epidemia del siglo XXI?
La adicción a Internet, no reconocida oficialmente como un problema psicopatológico, tiene cada vez más prevalencia y públicamente es considerada un problema potencial similar a los trastornos ya existentes.
Dr. Dimitri A Christakis
BMC Medicine 2010 8:61.
Introducción
Lee Seung Seop logró sus 15 minutos de fama de una manera muy trágica. El reparador de calderas de 28 años sufrió un paro cardíaco a raíz de un exceso de juego por Internet que duró 50 horas, durante las que no comió ni durmió. A su muerte, se solicitó una investigación sobre el problema de la adicción a Internet en Corea, donde las estimaciones actuales icen que el 4% de los niños sufre de la enfermedad. Las estimaciones internacionales en los niños varían ampliamente, con una prevalencia en Europa de 1 al 9%; Oriente Medio, del 1 al 12% y, Asia, de 2 a 18%. Sin embargo, estas estimaciones deben ser interpretadas con cierta cautela, ya que el uso de escalas diferentes de cuestionable validez e informes contradictorios hace que las generalizaciones se tornen verdaderamente difíciles.
Por otra parte, el campo se ha visto obstaculizado por las debilidades metodológicas de las investigaciones existentes, entre las que se destaca el sesgo de muestreo. Muchos de los primeros estudios se basaron en encuestas voluntarias de Internet, sin denominadores medibles o muestras convenientes de usuarios de Internet o salas de Chat; pero incluso, más allá de las cuestiones de muestreo, se halla el espinoso debate sobre si realmente existe la adicción a Internet, en forma absoluta como una entidad. No es un trastorno formalmente reconocido en la actualidad aunque está siendo considerado para el próximo DSM-V. Independientemente de si la adicción a Internet se codifica dentro de un marco psicopatológico, es justo decir que al menos existe un problema potencial.
En ausencia de criterios de diagnóstico formales, la mayoría de los investigadores actuales sobre el uso problemático de Internet se guían por el modelo de conducta compulsiva no farmacológica de los juegos de azar y extrapolan la experiencia a la conducta frente a Internet.
Los componentes clave de la adicción son:
La preocupación por la sustancia o la conducta.
La repetición de los intentos fallidos para reducirla.
Los trastornos del estado de ánimo asociados a los intentos de reducción.
Un mayor uso de Internet que lo previsto o deseado, poniendo en peligro el empleo, las relaciones o la educación o, mintiendo sobre su uso.
Todos estos criterios, al menos teóricamente, pueden ser vistos con el uso de Internet. En efecto, en la mayoría de los círculos académicos, dada la base teórica sólida para considerar que podría haber un problema con el uso patológico de Internet, el debate no es tanto si existe la adicción sino cuán frecuente es. Sin embargo, cabe señalar que existen formas importantes en las que es insuficiente comparar la adicción a Internet con la adicción al juego. Todos los comportamientos o sustancias en las que se ha demostrado que llevan a la adicción, como el alcohol, los juegos de azar, el tabaco o las drogas, tienen limitaciones estructurales en su uso, ya sea por la ley o por la etiqueta social. Es seguro que el consumo de alcohol en la oficina o en la escuela es visto como un problema; por el contrario, es probable que la mensajería instantánea o la navegación por la web no sea tomada de esa manera.
Las influencias culturales obligan y facilitan pasar tiempo "en línea" lo que significa que ser abstemio no es una opción. Dado que se acepta que existe una predisposición genética para las adicciones del comportamiento, se podría asegurar que vamos en vía de que toda la población susceptible desarrolle la adicción.
La investigación existente sobre la adicción a Internet también ha reparado en subpoblaciones específicas que se encuentran en mayor riesgo, incluyendo aquellos con otras comorbilides psicológicas, como el trastorno por déficit de atención (TDAH), la depresión y el aislamiento social. Estos factores de riesgo dan mayor credibilidad a la validez de la enfermedad, ya que también se han asociado a otros comportamiento adictivos, como el abuso de sustancias.
Dado que esta generación de jóvenes está liderando la transición a una sociedad totalmente cableada, merece contar con garantías adecuadas y protección contra los riesgos concomitantes de la revolución tecnológica. Esto es lo que se necesita, y pronto.
En primer lugar, se debe desarrollar una definición de adicción a Internet validada y aplicable tanto a los niños como a los adolescentes por igual. Las medidas existentes diseñadas para los adultos no han sido bien validadas para los adolescentes y muchos de los campos de acción (por ej., interfiriendo con las tareas del hogar o el trabajo escolar) son poco aplicables a estas poblaciones.
En segundo lugar, se necesita comprender mejor los tipos de uso que plantean un riesgo mayor de adicción, desde un punto de vista científico. Por ejemplo, como en el caso de la televisión, lo más probable es que no sea la cantidad de tiempo que se gasta en línea sino cómo se gasta e influyen sus efectos. Los juegos de realidad virtual, en particular, en los que los participantes asumen otras identidades o colaboran con miembros del equipo de todo el mundo, pueden presentar el mayor riesgo de adicción, ya que la presencia frecuente y continua en línea es vital y esperada, por otra parte, la desconexión pueda ser penalizada. El margen de beneficio de estos nuevos juegos, los cuales requieren suscripción, se basa enteramente en mantener a la gente jugando, y por lo tanto pagando. Es así que los proveedores de estos productos ofrecen un incentivo perverso para desarrollar juegos adictivos.
En tercer lugar, es necesario desarrollar estrategias eficaces de prevención primaria, probadas e implementadas. Es importante aplicar métodos de limitación de tiempo de pantalla de todo tipo, pero cada vez es más difícil acceder a ellos en forma generalizada. Los proveedores, padres y profesores necesitan enfoques eficaces demostrados que permitan un uso necesario y saludable de Internet.
En cuarto lugar, también es importante tener un enfoque objetivo de prevención e identificar a los niños más grandes en riesgo de adicción. Los niños con alguna morbilidad psicosocial preexistente pueden estar en mayor riesgo y en ellos, el uso de Internet debería ser controlado más estrechamente y regulado por cuidadores y protectores.
Conclusión
En opinión del autor, la mayor preocupación en el campo de la investigación es la complacencia general hacia la adicción a Internet. En algunos casos, esta complacencia nace de la ignorancia. Demasiados padres simplemente no son conscientes de lo que sus hijos están haciendo en línea y los riesgos a los que podrían estar expuestos.
En el siglo XX, los comentaristas hablaban de una brecha digital. En aquellos días estaba enfocada a la línea económica. Esa brecha se ha reducido o incluso desaparecido, pero la brecha digital del siglo XXI separa a los padres de los niños.
En otros casos, la complacencia nace del escepticismo. De la misma manera que los defensores del tabaco entorpecían las primeras investigaciones vinculadas a la relación del cáncer con el tabaquismo, estos escépticos son rápidos para señalar las limitaciones de las investigaciones actuales, como una forma de cuestionar todo el campo relacionado.
No hay duda de que la investigación de la adicción a Internet está en su infancia y que en el mejor de los casos, la calidad general de los datos existentes es moderada, “pero no nos debe distraer o impedir considerar el tema como un problema emergente serio.”
♦ Traducción: Dra. Marta Papponetti. Esp. Medicina Interna.
lunes, 7 de febrero de 2011
hijos de padres divorciados mayor riesgo de suicidio
Los hijos de divorciados tienen más riesgo de ideas suicidas
"Tanto los niños como los hombres y mujeres de padres divorciados tienen más probabilidades de pensar seriamente en el suicidio en algún momento de su vida, en comparación con los descendientes de familias intactas".
El Mundo, España
Fotomontaje del divorcio. | El Mundo
Patricia Matey | Madrid
Con los malos tiempos que corren para el matrimonio (tres de cada cuatro terminan en divorcio, según datos de 2008 del Instituto de Política Familiar), las conclusiones de una nueva investigación pueden sembrar la preocupación entre las familias con descendencia.
Tal y como reconocen a ELMUNDO.es Esme Fuller-Thomson y Angela Danto, ambas de la Universidad de Toronto (Canadá) y autoras de un nuevo estudio, "tanto los niños como los hombres y mujeres de padres divorciados tienen más probabilidades de pensar seriamente en el suicidio en algún momento de su vida, en comparación con los descendientes de familias intactas".
Y añaden: "Ha habido muchos estudios anteriores que muestran un vínculo entre el divorcio de los padres y la ideación suicida. No sabemos si es el propio divorcio el que aumenta el riesgo o las situaciones que pueden rodear al mismo".
De hecho, "hemos encontrado que los varones cuyos padres se divorciaron cuando eran menores tienen un riesgo hasta tres veces mayor de padecer ideas suicidas. Esta relación no es tan significativa en las mujeres, a no ser que entren en juego otros factores como los abusos físicos o la adicción a las drogas de los progenitores", aclaran las autoras en el último 'Psychiatric Research'.
Respaldadas por la literatura científica, que "establece una mayor incidencia de problemas mentales en la edad adulta en los descendientes de padres separados", las investigadoras decidieron partir de los datos de la Encuesta de Salud de la Comunidad Canadiense de 2005.
"Escogimos una muestra de 7.765 habitantes mayores de 18 años y estimamos la prevalencia a lo largo de la vida de estos pensamientos, según el género, en los descendientes de familias con ruptura y sin ella", explican en su ensayo.
El género desempeña un papel importante en los problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión. "La gran mayoría de los niños de padres divorciados se cría con la madre y muchos tienen poco o ningún contacto con su padre. Por lo tanto, anticipamos que ellos pueden ser más vulnerables. Para poder determinar la asociación independiente entre el divorcio y la ideación suicida, es importante considerar otros factores que pueden representar un papel en esta relación ", aclaran.
Factores a tener en cuenta
Por eso, valoraron si habían sufrido además otras adversidades en la infancia (como abusos, adicción de los padres, paro); su nivel socioeconómico de adultos (los niños de padres separados tienden a experimentar más problemas académicos y suelen acabar en empleos menos remunerados); estrés y estado civil; hábitos de vida (el tabaquismo y el alcohol son más frecuentes en los descendientes de divorciados) y salud mental.
Los datos revelan que las mujeres que han pasado por la separación de sus padres tienen más riesgo a lo largo de la vida de padecer ideas suicidas, "hasta que se tienen en cuenta los otros factores de riesgo como haber padecido otros problemas en la infancia, entonces el impacto es mucho menor", aclaran las investigadoras.
Sin embargo, "en el caso de los varones, el riesgo es estadísticamente significativo e independiente de otros factores", rezan las conclusiones del ensayo. La investigación sugiere que "los mecanismos por los que el divorcio y la ideación suicida posterior afectan a los hombres y a las mujeres son diferentes. Creemos que los profesionales deberían tener en cuenta estos datos en su práctica clínica, especialmente entre los varones con trastornos de ansiedad y depresión".
Aunque las autoras confiesan desconocer las razones por "las que los varones tienen estos pensamientos, nuestra hipótesis tiene que ver con la ausencia de contacto con el padre. La literatura indica que los niños se benefician enormemente de contar con un modelo sano masculino. La pérdida de una figura paterna puede afectar a la socialización de género y tener un impacto sobre su salud mental. Por otra parte, los niños pueden interiorizar sus sentimientos sobre el divorcio más que las niñas y esto puede hacerles más vulnerables a los pensamientos suicidas".
Las limitaciones
Juan José Carballo, psiquiatra infantil de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), asegura a ELMUNDO.es , que "la naturaleza transversal del estudio, sin un diseño longitudinal, no permite establecer con seguridad la relación causal de ambas variables".
Para este especialista es posible "que la separación sea sólo un indicador de otros problemas más directamente relacionados con la conducta suicida".
Pese a ello, reconoce que "los datos sugieren que es necesario el desarrollo de nuevos estudios que amplíen nuestros conocimientos actuales acerca de los factores de riesgo de esta conducta en hombre y mujeres y que permitan el desarrollo de intervenciones preventivas y de tratamiento específicas".
CONSEJOS PARA LOS PADRES
Decálogo de un divorcio saludable
PATRICIA MATEY
MADRID.- "La gran mayoría de los hijos de padres separados o divorciados no tiene una infancia feliz. Es más, la añoranza cuando llegan a jóvenes por haber perdido la oportunidad de disfrutar de sus primeros años continúa décadas después", puntualiza Reyes Vallejo Orellana, profesora de Psicología en la Universidad de Sevilla y autora de un estudio sobre este tema publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.
Los padres pueden hacer mucho más de lo que imaginan por sus vástagos para ayudarles a sobrellevar los momentos más duros de la ruptura conyugal. Primero, entendiendo algunas de las posibles reacciones de los menores, que pueden variar en función de la edad.
"Los más sensibles son los preescolares y escolares, máxime si se valora que todavía carecen de los recursos cognitivos necesarios para comprender la nueva situación. Es frecuente encontrar reacciones iniciales de tristeza, miedo, inseguridad, confusión, depresión e, incluso, reacciones de violencia hacia uno de los progenitores", comenta a elmundo.es Reyes Vallejo.
También es bastante común "que se autoinculpen de la separación de sus padres o, en otros casos, fantaseen irracionalmente con la reconciliación de ambos", agrega.
Para disminuir el impacto del divorcio es "aconsejable hablar sobre las razones que han llevado a esta decisión en un lenguaje comprensible y sencillo; informarles de los cambios que se van a llevar a cabo en sus vidas y hacerles ver que la separación es de la pareja y, por tanto, el cariño que tienen a sus hijos no se va a ver afectado ni modificado", recomienda la psicóloga de Sevilla.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria 'prescribe' a los padres otras medidas que pueden ayudar a los hijos a enfrentarse y sobrellevar la ruptura conyugal.
Hay que procurar, siempre que se pueda, no cambiar de domicilio o de colegio. Los niños deben mantener las relaciones con los amigos y la práctica rutinaria de sus actividades. Es importante que tengan facilidad para telefonear a ambos padres cuando lo necesiten.
Los hermanos deben seguir viviendo juntos mientras sea posible. Ambos padres deberán confirmar a sus descendientes que les quieren igual que antes de la separación y demostrarles que la ruptura no obedece a problemas de relación con ellos. Para ello deben dedicarles todo el tiempo posible y proporcionarles cariño sin caer en la creación de malos hábitos (exceso de mimos).
Todos los hijos deberán tener el mismo tiempo de acceso a ambos padres. Estos periodos deberán ser conocidos por toda la familia con antelación y, en lo posible, se deberá acudir a ellos con puntualidad.
Los símbolos de afecto son muy importantes, más que los regalos. Trate de que tenga una imagen positiva de ambos padres. No admita que hable mal de alguno de los dos, y en caso de hacerlo responda señalando aspectos positivos. Piense que usted podrá tener algún día otra pareja, pero su hijo nunca podrá tener otros padres, por lo que no desacredite a su 'ex', ni desahogue sus frustraciones con sus vástagos.
Hay que fomentar que los hijos expresen sus sentimientos, sus sufrimientos, sus dificultades y sus temores. Para disminuir la prolongación y la dureza de la transición a la nueva vida familiar, los padres deberían transmitir a los hijos que la separación es una situación definitiva e irreversible.
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